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La era de la desigualdad (¿Consecuencia directa del imperialismo monetario?) – Parte I (página 2)




Enviado por Ricardo Lomoro



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Las preguntas de las encuestas con respecto a la
satisfacción subjetiva con la vida son también
medidas del bienestar de los individuos y de la cohesión
social como un todo. Sin embargo, los indicadores subjetivos de
bienestar enfrentan problemas metodológicos, debido a que
podrían reflejar diferentes conceptos subyacentes de
bienestar, y también son sensibles a las diferencias
lingüísticas, culturales y de otro tipo. De hecho, en
la literatura sobre el bienestar subjetivo se ha documentado que
éste varía sistemáticamente según las
características genéticas, de personalidad y
económicas. Por ejemplo, algunos estudios han mostrado que
los individuos que reportan los mayores niveles de
satisfacción con sus vidas tienen mayor actividad cerebral
prefrontal (la parte del cerebro asociada con los estados
positivos) y presentan una mayor resiliencia al estrés
(Layard, 2005, citado en OCDE, 2007).

Los datos obtenidos por la OCDE (2007)
indican que la escala tiene validez de criterio, por cuanto la
satisfacción aumenta en tanto mejoran los niveles
educativos y la situación socioeconómica en la
población de los países de la OCDE (véase
gráfico 4). Al mismo tiempo, en los países que
presentan un mayor desarrollo económico se aprecian los
mayores porcentajes de satisfacción con la vida, aun
cuando la satisfacción tiende a aplanarse en los tres
países con el mayor PIB per cápita (véase
gráfico 5). Según la OCDE (2007), la relativa
estabilidad del indicador de bienestar subjetivo en los
países que evidencian los mayores niveles de desarrollo
económico puede reflejar en alguna medida el hecho de que
la satisfacción es una variable limitada (escala de 1 a
10), mientras que el PIB per cápita es una variable
ilimitada.

Up to date (15/12/10) – The global economy is
recovering but youth unemployment is getting worse, according to
a new OECD report (Invest in youth to tackle jobs
crisis
).

Off to a Good Start? Jobs for Youth say that young
people are more than twice as likely to be unemployed as the
average worker. Yet few governments are taking proactive steps to
boost youth employment.

Youth unemployment rates in the OECD area are expected
to remain at around 18% in 2011 and 17% in 2012. This is more
than double the total unemployment rate, which stood at 8.6% in
October 2010.

"Investing in young people is vital to avoid a scarred
generation at risk of long-term exclusion", said OECD
Secretary-General Angel Gurría. "We can learn from
countries that have made it easier for young people to find jobs.
It will help us strengthen the economic recovery while taking
care of the most precious asset our countries have".

Since the crisis started, 3.5 million more young people
have joined the ranks of the unemployed in the OECD area. But
unemployment does not capture the full hardship for youth, as
many who have left education no longer appear in labour force
statistics. At least 16.7 million young people are neither in
employment, education or training (the so-called NEET group) –
6.7 million of these youth are still seeking work, while 10
million have given up looking.

La armonía social perdida

¿Qué le dice a usted la palabra "esclavo"
a día de hoy? En la Unión Europea, un mileurista o
undermileurista hipotecado, que tiene que aceptar cualquier
empleo para sobrevivir, podría hoy ser calificado de
tal.

Y peor aún -si cabe- de hecho, vamos hacia una
realidad laboral muy segmentada en la que los Estados poco van a
poder hacer, porque la mayoría del protagonismo
económico lo habrán tomado las grandes
corporaciones.

Por sorprendente que parezca en estas exequias el
único que tiene vela (surrealismo puro) es el abuelo. El
dueño de la pensión (y eso mientras dure, el
patriarca de la familia o la jubilación, vaya a saber
quién se "marcha" primero). La única fuente de
ingresos segura para muchas familias europeas. El resto no es
más que humo, declaraciones evanescentes,
manifestación de buenos propósitos repetidos ad
nauseam, pura envoltura. La argentinización de Europa
(vaya sarcasmo). Puro marketing funerario.

Del Himno de la alegría (Novena Sinfonía
de Beethoven) a la Messa da Requiem (Giuseppe Verdi): un grito a
Dios ante la muerte. Para las próximas reformulaciones a
la baja del Estado de bienestar europeo (que llegarán,
vaya si llegarán) dejamos pendientes de
interpretación otros famosos Requiem (Mozart, Brahms, o
Fauré).

Un Estado de bienestar europeo que hace tiempo que
agoniza (atado al carro triunfal de la "era de la
globalización") y al que vino a darle la estocada final la
onda expansiva de la crisis de las hipotecas sub-prime y sus
derivados (de uno y otro tipo), desde que, en 2007,
estalló la burbuja financiera e inmobiliaria en Estados
Unidos que dio paso a la mayor recesión mundial desde la
crisis del 29.

Los ancianos pensionados con el peso de las familias a
la espalda

Porque "los gozos y las sombras" de España me
pillan más cerca (y porque ya viví similares
circunstancias, con lamentables resultados, en mi lejana y remota
Argentina) les acerco algunas referencias, con la secreta
esperanza que no se repita la historia.

"Tengo 87 años, una pensión que no es
para tirar cohetes pero sé que ya no me queda mucho en
este convento. El problema lo tienen los que vienen
detrás, el futuro se ve catastrófico", comenta a
BBC Mundo el madrileño Fernando Alves, después de
conocer la última cifra de desempleo en España:
4.700.000 parados, la cifra más alta en los últimos
trece años"…
En España sobreviven con la
pensión de los abuelos (BBCMundo –
23/1/11)

Más de 1.300.000 familias con todos sus
integrantes sin trabajo, una tasa de desempleo juvenil superior
al 40%. Los demoledores datos tensan las redes sociales y
familiares que aguantan el peso como pueden, allí los
abuelos han llegado a convertirse en las cabezas de muchas
familias que sobreviven con su reducida
pensión.

"Es algo que ya es normal en muchas familias
españolas pero a la gente le da vergüenza decirlo. A
ese drama hay que sumarle que los abuelos no duran para siempre,
sabemos de casos en los que el abuelo ha muerto y las familias se
han quedado sin nada", explica a BBC Mundo Luis Fernández,
presidente de la Asociación Nacional de Desempleados,
Adesorg.

"Hace poco llegó una pareja mayor de 62 y 65
años de edad. Eran trabajadores autónomos pero no
alcanzaron a jubilarse. Viven de la pensión de la madre de
uno de ellos que tiene 95 años", agrega.

La ONG católica Cáritas, una de las
más grandes en España, ha subrayado varias veces
este fenómeno. "Familias de entre 30 y 45 años
están volviendo a las casas de sus padres porque les han
embargado la casa o no pueden pagar el alquiler. Al final los
abuelos son los que están manteniendo a las familias con
sus pensiones. El riesgo de exclusión social es
altísimo", advierte Cáritas.

El último año la ONG ha registrado un
aumento del 50% de solicitudes de alimentos, dinero, ropa o
material escolar desde estos hogares.

"Las jubilaciones entre US$ 800 y US$ 1.300 son
contadas, casi excepciones. Lo normal son las pensiones entre US$
340 y US$ 540. Con esa cantidad están sobreviviendo muchas
familias desempleadas en España. La gente está
aguantando desde hace un par de años por la red familiar
pero esa también se agota", explica Fernández de
Adesorg.

Ese drama lo vive en carne propia la madrileña
Joaquina Moreno. Sus sobrinos y primos han comenzado a quedarse
sin trabajo como si fuera una reacción en cadena. De
momento, aguantan con la red familiar.

"A las hijas de mi hermana no les alcanza ni para pagar
el alquiler. Se los paga el padre del esposo de una de ellas. Y
la comida se la están consiguiendo en Cáritas",
detalla preocupada.

En su caso cobra una mínima pensión
heredada de su marido que murió hace poco. "De ahí
vamos tirando con mis dos hijas. No quiero imaginar qué
futuro les espera si me muero", señala la
mujer.

Anexo III

La cohesión
social en los países desarrollados: conceptos e
indicadores CEPAL – Serie Estudios estadísticos y
prospectivos No 55 – 2007

A. La experiencia de la Unión
Europea

… Según el Consejo de Europa (2005), la
cohesión social consiste en la capacidad de la sociedad de
asegurar el bienestar de todos sus miembros, incluyendo el acceso
equitativo a los recursos disponibles, el respeto por la dignidad
humana, la diversidad, la autonomía personal y colectiva,
la participación responsable y la reducción al
mínimo de las disparidades sociales y económicas
con el objetivo de evitar la polarización. Una sociedad
cohesionada es una comunidad de apoyo mutuo compuesta por
individuos libres que persiguen metas comunes por medios
democráticos (Comité Europeo para la
Cohesión Social, 2004). Éste es un concepto que
permite, en la perspectiva del Consejo de Europa, superar los
enfoques funcionales de la cohesión, evitar la
consideración de la cohesión desde una
aproximación negativa y visualizar las políticas de
cohesión como objetivo/proceso y
descripción/prescripción.

Desde esta lógica, la
cohesión social no constituye un recuerdo
nostálgico de la armonía social perdida, sino que
incluye los aspectos claves de una estrategia para alcanzar una
sociedad moderna basada en el reconocimiento de los derechos, la
libertad y dignidad humana y en el desarrollo sustentable. Las
visiones tradicionales de la cohesión, que la definen en
términos del grado en que los miembros de un sistema
social comparten valores, exhiben sentido pertenencia o
manifiestan la capacidad de trabajar juntos, no responden las
preguntas sobre la pluralidad de intereses e identidades
existentes en las sociedades. El uso de una aproximación
funcional a la cohesión puede conducir a que ésta
sea entendida como la ausencia de diferencias, a olvidar la
dimensión del actor y a concebir a una sociedad
cohesionada como un sistema totalmente armónico (Consejo
de Europa, 2005).

En la visión del Consejo de Europa, ninguna
sociedad es completamente cohesionada, y por tanto, la
cohesión social es más bien un ideal que una meta a
ser alcanzada. En rigor, todas las sociedades deben hacer frente
a problemas causados por las disparidades económicas y
sociales: cuando las asimetrías se hacen excesivas, la
cohesión social está en riesgo. De este modo, una
estrategia de cohesión social debe buscar los equilibrios
que permitan a las sociedades adaptarse a los cambios en los
ambientes económicos y sociales, en la tecnología y
en los sistemas políticos nacionales e internacionales.
Una sociedad cohesionada es aquella que ha desarrollado maneras
satisfactorias de enfrentamiento de presiones y conflictos, en
una manera abierta y democrática, y que ha logrado reducir
significativamente las inequidades económicas, sociales y
culturales (Comité Europeo para la Cohesión Social,
2004).

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El concepto de cohesión del Consejo de Europa
constituye una aproximación positiva a la cohesión,
porque considera las políticas de inclusión y de
acceso a derechos básicos, otorga primacía a los
procesos que conducen a la construcción de vínculos
en las sociedades y se aboca a los aspectos más profundos
de la vida social (actitudes, valores) y su incidencia en la
cohesión. Las aproximaciones negativas se limitan a los
problemas que se cree tienen un rol en la obtención de
resultados inadecuados de cohesión, lo cual conduce a la
priorización de los atributos más visibles,
particularmente los observados en los grupos más
vulnerables, los cuales sirven como indicadores de alarma con
respecto al grado de patología de una sociedad y funcionan
como insumos para el diseño de respuestas asistenciales
(Thirion, 2004:49-68). Así, las políticas de
cohesión social no solamente deben abocarse a la lucha
contra la exclusión social y la pobreza, sino que deben
orientarse a la creación de solidaridad y a la
prevención de la exclusión (Comité Europeo
para la Cohesión Social, 2004).

El Consejo de Europa (2005) entiende a
la cohesión tanto desde un punto de vista prescriptivo
como descriptivo. En cuanto a lo primero, se alude a un estado
ideal de cohesión, que implica la construcción de
sociedades democráticas estables, en las cuales se
promuevan los distintos aspectos que componen el bienestar humano
(dignidad y reconocimiento, participación y compromiso,
autonomía y desarrollo personal, equidad y no
discriminación). En tanto descripción, la
aproximación del Consejo de Europa permite caracterizar el
estado de cohesión de una sociedad en tres componentes:
(i) la calidad de vida de los individuos y grupos sociales; (ii)
las diferentes áreas de vida (actores implicados, los
mercados y las esferas privada y ciudadana) y, (iii) los
ingredientes básicos de la vida o componentes invisibles
(mundo de vida, relaciones de confianza, valores, emociones,
conocimientos compartidos, etc.).

Sobre la base de los componentes y elementos claves de
la cohesión social, el Consejo de Europa procedió
al diseño de una Guía Metodológica, que
propone un marco de la referencia para generar una estrategia que
fomente una sociedad cohesionada e identificar las áreas
donde se requiere acción y desarrollo de conocimiento. La
Guía Metodológica también se orienta a la
armonización de los indicadores y la
homogeneización de metodologías, reconociendo la
heterogeneidad de los países miembros, e incluye
indicadores cualitativos y cuantitativos provenientes de
diferentes fuentes de datos (encuestas de hogares,
estadísticas periódicas, fuentes ad-hoc, encuestas
de opinión, investigaciones específicas, datos
administrativos, etc.). En esta aproximación a la
cohesión social se proponen indicadores para los
siguientes niveles de análisis:

Nivel 1:

Evaluación de las tendencias de
la cohesión social, lo cual incluye establecer el estado
de la provisión de los derechos sociales. En este nivel se
plantean preguntas relativas a las dimensiones del bienestar como
la equidad en el acceso a derechos, el reconocimiento de la
dignidad, la autonomía/desarrollo personal y la
participación y se definen indicadores para el seguimiento
de las responsabilidades institucionales compartidas y los
componentes básicos de la vida (confianza, lazos sociales,
valores, conocimientos y percepciones).

Nivel 2:

Evaluación de la cohesión
social como un todo. En este nivel se analiza la eficacia de las
acciones públicas igualadoras de derechos (iniciativas de
regulación o de compensación) con respecto a las
diferentes dimensiones del bienestar. Los ámbitos
específicos de monitoreo son las capacidades de la
sociedad para asegurar: (a) la equidad en la satisfacción
de los derechos, (b) la dignidad y el reconocimiento de la
diversidad, (c) la autonomía y el desarrollo personal y,
(d) la participación y el compromiso ciudadano.

Nivel 3:

Evaluación de la cohesión
social por áreas de la vida o condiciones garantes de la
indivisibilidad del sistema de derechos. Estas áreas
constituyen ámbitos que las políticas de
cohesión social deberían cubrir obligatoriamente, y
son el empleo, la salud, la educación, la cultura, los
ingresos y la capacidad de consumo, la vivienda, la salud y la
nutrición.

Nivel 4:

Evaluación de la cohesión
social de acuerdo a la situación de los grupos más
vulnerables (migrantes, niños, personas mayores,
discapacitados y mujeres).

En la Guía Metodológica del Consejo de
Europa se propone un conjunto de indicadores para cada uno los
niveles, componentes y dimensiones del bienestar y la
cohesión social. Dada la gran cantidad de indicadores que
se sugieren en la guía, en el cuadro 4 se presentan, a
modo de muestra, los indicadores planteados para el nivel
1:

Una de las diferencias de la Guía
Metodológica del Consejo de Europa, con la
aproximación seguida en el Portafolio de Laeken es la
inclusión de los aspectos institucionales y subjetivos de
la cohesión. Los indicadores subjetivos permiten contar
con información sobre las percepciones y actitudes que
sustentan los ciudadanos en torno a los diferentes procesos que
fortalecen la cohesión social (redes sociales, la
participación ciudadana, la solidaridad, el sentido de
pertenencia, la tolerancia y el respeto por la diversidad)
(Consejo de Europa, 2005). En todo caso, la integración de
indicadores subjetivos de cohesión no está exenta
de dificultades, por las complejidades implicadas en la
obtención de medidas de los aspectos subjetivos que sean
válidas, confiables y comparables entre los diferentes
países y regiones.

Se debe tener en cuenta que la adopción por parte
de los países de las orientaciones y de los indicadores de
la cohesión social propuestos en la Guía
Metodológica es voluntaria. En rigor, este documento fue
concebido como un recurso pedagógico para el planteamiento
de preguntas y el desarrollo de indicadores, los cuales sirven a
su vez como un marco para el diseño e
implementación de políticas de cohesión
social. De este modo, el Consejo de Europa busca que cada entidad
o institución utilice la guía para satisfacer sus
propias necesidades de información, en niveles nacionales,
regionales y locales. En la actualidad, la guía
está siendo implementada a nivel local en la ciudad
francesa de Mulhouse (región de
Alsacia)…

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Anexo IV

¿Crecimiento
desigual?:
distribución del ingreso y pobreza en los
países de la OCDE – OCDE 2008

(Resumen en español)

¿La desigualdad en los ingresos
ha aumentado con el tiempo? ¿Quién ha ganado y
quién ha perdido en este proceso? ¿Este proceso ha
afectado a todos los países de la OCDE de manera uniforme?
¿En qué grado las desigualdades más amplias
se deben a las mayores diferencias en los ingresos personales
entre los trabajadores, y cómo se ven afectadas por otros
factores? Por último, ¿cómo afecta a estas
tendencias la redistribución gubernamental mediante el
sistema de beneficios fiscales?

Éstas son algunas de las interrogantes que se
plantean en este informe; y las respuestas sorprenderán a
muchos lectores. Este informe proporciona datos sobre un aumento
bastante generalizado en la desigualdad en los ingresos durante
los dos últimos decenios en toda la OCDE, pero el momento,
la intensidad y las causas de ese aumento discrepan de lo que
habitualmente indican los medios de
comunicación.

¿Crecimiento desigual? reúne una serie de
análisis sobre la distribución de los recursos
económicos en los países de la OCDE. Los datos de
la distribución del ingreso y de la pobreza abarcan, por
vez primera, a todos los 30 países de la OCDE a mediados
del siglo xx; mientras que la información sobre las
tendencias que se extienden hasta mediados de la década de
1980 se proporciona para aproximadamente dos terceras partes de
los países. Este informe también describe las
desigualdades en una serie de campos (como patrimonio familiar,
patrones de consumo, servicios públicos en especie) que
normalmente se excluyen del análisis convencional sobre la
distribución de los recursos económicos entre los
individuos y las familias. Precisamente cuánta desigualdad
existe en una sociedad no se determina de manera aleatoria, ni
trasciende el poder de los gobiernos para cambiar, siempre que
tomen nota del tipo de datos actualizados incluidos en este
informe.

Si uno le pregunta a una persona
común y corriente cuáles son los principales
problemas que el mundo enfrenta en la actualidad, es probable que
una de las primeras cosas que mencione sea la -desigualdad y la
pobreza. Existe la preocupación generalizada de que el
crecimiento económico no se está compartiendo en
forma equitativa. Una encuesta realizada por la BBC en febrero
del 2008 indica que aproximadamente dos terceras partes de la
población de 34 países pensaba que -el desarrollo
económico de los últimos años no se ha
compartido de manera equitativa. En Corea, Portugal, Italia,
Japón y Turquía, más del 80% de los
encuestados estuvieron de acuerdo con esa aseveración.
Existen muchos otros estudios y encuestas que indican lo
mismo.

¿Así que la gente tiene
razón al pensar que "los ricos se enriquecieron más
y los pobres se empobrecieron más?" Como sucede a menudo
con preguntas sencillas, dar respuestas de la misma índole
es mucho más difícil. Es indudable que los
países más ricos se han enriquecido más y
que a algunos de los países más pobres les ha ido
relativamente mal. Por otra parte, el rápido crecimiento
del ingreso en China y en la India ha sacado a millones y
millones de personas de la pobreza. Así que si uno es
optimista o pesimista sobre lo que está sucediendo en el
mundo respecto a la desigualdad en los ingresos y a la pobreza
depende de si uno piensa en un vaso medio lleno o en uno medio
vacío. Ambas visiones son ciertas.

Incluso si coincidiéramos en que
el mundo está volviéndose más desigual,
quizá no sólo se deba a la globalización.
Existen otras explicaciones posibles: el cambio
tecnológico que favorece las habilidades (así
quienes saben cómo aprovechar la Internet ganan, y quienes
no saben pierden; por ejemplo) o los cambios en el estilo
normativo (entonces los sindicatos son más débiles
y los trabajadores están menos protegidos que antes) son
otras razones de por qué podría estar creciendo la
desigualdad. Todas estas teorías tienen defensores
académicos muy respetados. Es muy probable que todos estos
factores ejerzan una función.

Este informe examina a los 30
países desarrollados de la OCDE. Muestra que ha habido un
aumento de la desigualdad en los ingresos que ha ocurrido
mínimo desde mediados de los años ochenta y
probablemente desde mediados de los setenta. El aumento ha
afectado a la mayoría de los países (pero no a
todos), con fuertes aumentos recientemente en Canadá y en
Alemania, por ejemplo, pero con disminuciones en México,
Grecia y en el Reino Unido.

Pero el aumento de la desigualdad,
aunque generalizado e importante, no ha sido tan espectacular
como la mayoría de la gente probablemente piensa que ha
sido. De hecho, durante esos 20 años, el aumento promedio
ha sido aproximadamente de 2 puntos Gini (el coeficiente de Gini
es la mejor medida de la desigualdad en los ingresos).
Éste es el mismo que la actual diferencia en la
desigualdad entre Alemania y Canadá; una diferencia
evidente, pero no una que justifique hablar del desmoronamiento
de la sociedad. Esta diferencia entre lo que los datos demuestran
y lo que la gente piensa sin duda refleja parcialmente el llamado
-efecto de la revista Hola; leemos sobre los ultra
ricos, que se han enriquecido mucho más y, por
consiguiente, han atraído una desmesurada atención
de los medios. El ingreso de los ultra ricos no está
considerado en este informe, ya que no puede medirse de manera
adecuada mediante las fuentes de datos habituales sobre la
distribución del ingreso. Eso no significa que los
ingresos de los ultra ricos sean poco importantes; una de las
principales razones por las que a la gente le preocupa la
desigualdad es la equidad; y muchas personas consideran que el
ingreso de algunos individuos es grotescamente
injusto.

El aumento moderado de la desigualdad
registrado durante los dos últimos decenios oculta una
tendencia implícita más extensa. En los
países desarrollados, los gobiernos han estado exigiendo
más impuestos y gastando más para compensar la
tendencia hacia más desigualdad; hoy en día, gastan
más en políticas sociales que en cualquier
época de la historia. Claro, deben gastar más por
el rápido envejecimiento de la población en los
países desarrollados; se necesita más gasto en
servicio médico y en pensiones. El efecto redistributivo
del gasto de los gobiernos desalentó el crecimiento de la
pobreza en el decenio de mediados de los años ochenta a
mediados de los años noventa; pero se intensificó
en el decenio subsiguiente, ya que los beneficios se dirigieron
menos hacia los pobres. Si los gobiernos dejan de intentar
compensar las desigualdades ya sea gastando menos en beneficios
sociales o haciendo que los impuestos y los beneficios se dirijan
menos a los pobres, entonces el crecimiento de la desigualdad
será mucho más rápido.

El estudio muestra que a algunos grupos
de la sociedad les ha ido mejor que a otros. Los que rondan la
edad de jubilación -55 a 75 años- han visto los
aumentos de ingresos más cuantiosos durante los
últimos 20 años, y la pobreza de los jubilados, es
más, ha disminuido de manera muy rápida en muchos
países; de suerte que ahora es menor al promedio que para
la población de la OCDE en conjunto. En cambio, la pobreza
infantil ha aumentado; y ya está por encima del promedio
para la población en su totalidad. Esto es a pesar de las
crecientes pruebas de que el bienestar infantil es un factor
determinante clave de qué tan bien le irá a alguien
como adulto; cuánto ganarán, que tan sanos
serán y así sucesivamente. El aumento de la pobreza
infantil merece más atención política de la
que actualmente recibe en muchos países. Se debe prestar
más atención a los problemas del desarrollo
infantil para garantizar (como la reciente legislación
norteamericana lo estipula) que ningún niño se
rezague.

Confiar en exigir más impuestos y
en gastar más como una respuesta para la desigualdad
sólo puede ser una medida provisional. La única
forma viable de reducir la desigualdad es detener el aumento
implícito de salarios y de ingresos del capital. En
particular, debemos asegurarnos de que la gente sea capaz de
tener un empleo y de devengar un salario que los mantengan a
ellos y a sus familias fuera de la pobreza. Eso significa que los
países desarrollados deben mejorar mucho para que la gente
se acostumbre a trabajar en vez de que dependa de los subsidios
por desempleo, las prestaciones por invalidez y los beneficios de
la jubilación anticipada, al mantenerla en un trabajo y al
ofrecer buenas perspectivas profesionales.

Hay varias objeciones que la gente podría hacer
en respuesta a los párrafos anteriores. Por ejemplo,
podrían señalar los siguientes factores:

? Lo que importa no es sólo el ingreso. Los
servicios públicos como la educación y la salud
pueden ser instrumentos eficaces para reducir la
desigualdad.

? A pesar de que algunas personas tienen ingresos bajos
poseen muchos bienes, por lo que no se les debe considerar
pobres.

? No debemos preocuparnos demasiado por la pobreza en un
punto en el tiempo; sólo si la gente tiene ingresos bajos
durante un periodo prolongado tiene probabilidades de pasar
privaciones en serio.

? Una mejor forma de estudiar la desigualdad es ver si
la gente está privada de bienes y de servicios
fundamentales, como no tener suficiente comida para alimentarse o
poder adquirir una televisión o una lavadora.

? Una sociedad en la que el ingreso se distribuyera en
forma perfectamente equitativa tampoco sería un lugar
deseable. La gente que trabaja de manera más ardua o es
más talentosa que otra debe tener más ingresos. Lo
que importa, de hecho, es la igualdad de oportunidad, no
la igualdad de resultados.

Este estudio consigna todos estos temas de manera
directa; o, para ser más precisos, considera las pruebas
empíricas para cada uno de los enunciados, no los
problemas normativos de lo que es y de lo que no es una -buena?
sociedad. En suma, los datos comparativos en este informe revelan
varios -hechos estilizados que atañen a: i) los
aspectos generales que caracterizan la distribución del
ingreso familiar y de su evolución; ii) los
factores que han contribuido a los cambios en la pobreza y en la
desigualdad en los ingresos; y iii) lo que puede
aprenderse al estudiar medidas más explícitas de
recursos domésticos.

Aspectos que caracterizan la distribución del
ingreso familiar en los países de la OCDE

? Algunos países tienen una distribución
del ingreso mucho más desigual que otros;
independientemente de la forma en que se mida la desigualdad. Los
cambios en la medida de desigualdad usada generalmente tienen
poco efecto en las clasificaciones de los
países.

? Los países con una distribución del
ingreso más amplia también tienen una pobreza de
ingresos relativa mayor, con sólo unas cuantas
excepciones. Eso es aplicable independientemente de si la pobreza
relativa se define como tener ingresos inferiores al 40, 50 o 60%
de la mediana de ingresos.

? Tanto la desigualdad en los ingresos como el recuento
de la pobreza (basados en un umbral de mediana de ingresos del
50%) han aumentado durante los dos últimos decenios. El
aumento es bastante generalizado; afecta a dos tercios de todos
los países. El aumento es moderado pero importante
(promedia alrededor de 2 puntos para el coeficiente Gini y 1.5
puntos para el recuento de la pobreza). Sin embargo, es mucho
menos espectacular de lo que a menudo se describe en los medios
de comunicación.

? La desigualdad en los ingresos ha aumentado
considerablemente desde el año 2000 en Canadá,
Alemania, Noruega, Estados Unidos, Italia y Finlandia; y ha
disminuido en el Reino Unido, México, Grecia y
Australia.

? En forma general, la desigualdad ha aumentado porque a
las familias ricas les ha ido particularmente bien comparadas con
las de la clase media y con las que se ubican en la parte
inferior de la distribución del ingreso.

? La pobreza de ingresos entre los ancianos ha seguido
bajando; mientras que la pobreza entre los adultos jóvenes
y las familias con niños ha aumentado.

? La gente pobre en países con un alto ingreso
medio y una distribución del ingreso amplia (como Estados
Unidos) pueden tener un nivel de vida inferior al de la gente
pobre de países con un ingreso medio más bajo pero
con distribuciones más estrechas (Suecia). A la inversa,
la gente rica de países con bajos ingresos medios y
distribuciones amplias (Italia) pueden tener un nivel de vida
más alto que la gente rica de países donde el
ingreso medio es más alto pero la distribución del
ingreso es más estrecha (Alemania).

Factores que han impulsado los cambios en la desigualdad
en los ingresos y en la pobreza a lo largo del tiempo

? Los cambios en la estructura de la población
son una de las causas de mayor desigualdad. Sin embargo, eso se
refleja principalmente en el crecimiento de la cantidad de
adultos que viven solos y no en el envejecimiento
demográfico en sí.

? Los ingresos de los trabajadores de tiempo completo se
han vuelto más desiguales en casi todos los países
de la OCDE. Eso se debe a que quienes ganan mucho están
ganando aún más. Es probable que la
globalización, el cambio tecnológico que favorece
las habilidades y las políticas e instituciones del
mercado laboral en conjunto hayan contribuido a ese
resultado.

? El efecto de las discrepancias salariales más
amplias en la desigualdad en los ingresos se ha compensado con
mayor empleo. Sin embargo, las tasas de empleo entre la gente con
menos estudios han bajado y la cesantía de las familias
sigue siendo alta.

? Los ingresos de capital y los ingresos por trabajo
autónomo se han distribuido con mucha desigualdad y
más aún durante el último decenio. Estas
tendencias son una causa muy importante de las desigualdades
más amplias en el ingreso.

? El trabajo es muy eficaz para atacar la pobreza. Las
tasas de pobreza entre las familias desempleadas son casi seis
veces más altas que las de las familias con
trabajo.

? Sin embargo, el trabajo no basta para evitar la
pobreza. Más de la mitad de toda la gente pobre pertenece
a familias con algunos ingresos, debido a una combinación
de pocas horas trabajadas durante el año y a los bajos
salarios o a ambos factores. Reducir la pobreza laboral a menudo
requiere beneficios laborales que completen los
ingresos.

Lecciones aprendidas al estudiar medidas más
explícitas de pobreza y de desigualdad

? Los servicios públicos como la educación
y la salud se distribuyen de manera más equitativa que el
ingreso; así que al incluirlos en un concepto más
amplio de recursos económicos se reduce la desigualdad,
aunque con pocos cambios en la clasificación de los
países.

? Al tomar en cuenta los impuestos al consumo se
amplía la desigualdad, aunque no tanto como la
reducción causada por tomar en cuenta los servicios
públicos.

? El patrimonio familiar se distribuye de manera mucho
más desigual que el ingreso, con algunos países con
desigualdad en los ingresos inferior que reportan mayor
desigualdad en el patrimonio. Sin embargo, esta conclusión
depende de la medida usada, del diseño de la encuesta y de
la exclusión de algunos tipos de bienes (cuya importancia
varía en todos los países) para mejorar la
equivalencia.

? En todos los individuos, el ingreso y el patrimonio
están muy correlacionados. La gente con malos ingresos
tiene menos bienes que el resto de la población, con un
patrimonio que se aproxima generalmente a menos de la mitad del
de la población en su totalidad.

? La carencia material es mayor en los países con
pobreza de ingresos relativa alta pero también en los que
tienen ingreso medio bajo. Eso implica que la pobreza de ingresos
desestima las penurias en los segundos países.

? La gente de edad tiene mayor patrimonio y menos
carencia material que los que son más jóvenes. Eso
implica que las cifras estimadas de pobreza en la vejez que se
basan sólo en el ingreso en efectivo exageran el grado de
las penurias de ese grupo.

? La cantidad de personas que son
sistemáticamente pobres durante tres años
consecutivos es bastante menor en casi todos los países;
pero más gente tiene ingresos bajos en algún
momento de ese periodo. A los países con tasas de pobreza
altas que se basan en el ingreso anual les va peor teniendo en
cuenta el porcentaje de gente que es sistemáticamente
pobre o que es pobre en algún momento del
tiempo.

? Caer en la pobreza generalmente refleja hechos que
guardan relación con la familia o con el trabajo. Los
acontecimientos familiares (como divorcios, nacimientos,
etcétera) son muy importantes para los
momentáneamente pobres, mientras que una reducción
en el ingreso por transferencias (por ejemplo, debida a cambios
en las condiciones que determinan el derecho a beneficios) son
más importantes para quienes son pobres durante dos
años consecutivos.

? La movilidad social generalmente es mayor en los
países con menor desigualdad en los ingresos y viceversa.
Eso implica que, en la práctica, lograr mayor igualdad de
oportunidad va junto con resultados más
equitativos.

Growing Unequal? Income Distribution
and Poverty in OECD Countries – OECD © 2008 – ISBN
9789264044180

Chapter 1

Figure 1.1. Gini coefficients of
income inequality in OECD countries,
mid-2000s

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Note: Countries are ranked, from left
to right, in increasing order in the Gini coefficient. The
income concept used is that of disposable household income
in cash, adjusted for household size with an elasticity of
0.5.

Source: OCDE income distribution
questionnaire.

Monografias.com

Growing Unequal? Income Distribution and
Poverty in OECD Countries – OECD © 2008 – ISBN
9789264044180

Chapter 1

Version 1 – Last updated:
20-Oct-2008

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Table 1.1 Trends in real household
income by quintiles

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1. Changes over the period mid-1990s to
around 2000 for Austria, the Czech Republic, Belgium, Ireland,
Portugal and Spain (where 2005 data, based on EU-SILC, are not
deemed to be comparable with those for earlier years).

2. OECD-22 refers to the simple average for
all countries with data spanning the entire period (i.e.
excluding Australia, the Czech Republic and Hungary, as well as
Iceland, Korea, Poland, the Slovak Republic and
Switzerland).

3. OECD-20 refers to all countries
mentioned above except Mexico and Turkey.

Source: Computations from OECD
Income distribution questionnaire.

El informe deja muchas preguntas sin
contestar. No considera si es inevitable que haya más
desigualdad en el futuro. Ni contesta preguntas sobre la
importancia relativa de las diversas causas del crecimiento de la
desigualdad. Incluso tampoco responde en forma alguna la pregunta
de qué deben hacer los países desarrollados para
atacar la desigualdad. Pero sí muestra que algunos
países han tenido aumentos más pequeños -o
incluso disminuciones- en la desigualdad que otros. Demuestra que
la razón de las diferencias en todos los países se
debe, al menos en parte, a distintas políticas
gubernamentales, ya sea mediante una redistribución
más eficaz o mediante una mejor inversión en las
aptitudes de la población para mantenerse ellas mismas. El
mensaje normativo fundamental de este informe es que
-independientemente de si es la globalización o alguna
otra razón por la que la desigualdad ha estado aumentando-
no hay motivo para sentirse impotente: una buena política
gubernamental puede lograr el cambio.

Cuando confundir la correlación en los datos
con el factor causa-efecto permite sacar una conclusión
positiva

El Informe sobre Desarrollo Humano (PNUD – 2010), en su
parte introductoria (Perspectiva General),
señala:

La evolución del bienestar no ha sido igual para
todos

"En pocas palabras, puede decirse que hoy el mundo es un
lugar mucho mejor que en 1990, o en 1970. Desde entonces, la
población del planeta ha experimentado considerables
avances en los aspectos más importantes de su vida. En
general, las personas hoy son más saludables, más
educadas y más ricas que nunca antes en la historia, y
tienen más capacidad para elegir a sus líderes y
exigirles responsabilidad por sus actos. Un ejemplo claro es el
incremento de nuestra medida global de desarrollo, el
Índice de Desarrollo Humano (IDH), que resume los datos
sobre esperanza de vida, matriculación escolar e ingreso
en un solo indicador compuesto. Desde 1990, el IDH mundial
promedio ha aumentado 18% (y 41% desde 1970). Esto refleja el
progreso obtenido en cuanto a esperanza de vida,
matriculación escolar, alfabetización e ingresos.
Sin embargo, la variabilidad y la volatilidad son muy agudas en
algunos casos, y las abordaremos en detalle más
adelante.

Este avance ha beneficiado a casi todos los
países. De 135 países de la muestra de 1970-2010,
donde vive el 92% de la población mundial, sólo en
3 –la República Democrática del Congo, Zambia y
Zimbabwe- el IDH es menor hoy que en 1970.

En general, los países pobres se van acercando al
IDH de los países ricos. Esta convergencia presenta un
escenario mucho más optimista que la perspectiva que
sólo observa las tendencias de ingreso, donde predomina la
divergencia. Sin embargo, no todos los países han avanzado
con igual rapidez y la variabilidad es notable. Los que avanzan
más lentamente en desarrollo humano son los países
afectados por la epidemia del sida en África Subsahariana
y los que conformaban la ex Unión Soviética, donde
la mortalidad de adultos va en aumento.

Entre los países que más han avanzado en
el IDH se encuentran los conocidos por la naturaleza "milagrosa"
de su crecimiento económico: China, Indonesia y Corea del
Sur. Pero también hay otros, como Nepal, Omán y
Túnez, cuyo progreso en las dimensiones no relacionadas
con el ingreso ha sido igualmente destacable. Sorprende que
varios de los países ubicados en los primeros 10 puestos
no suelan incluirse entre aquellos de mejor
rendimiento.

En el puesto número 11 está
Etiopía, y antes del lugar 25 aparecen otros tres
países de África Subsahariana (Botswana,
Benín y Burkina Faso). Esto demuestra que la perspectiva
de desarrollo humano ofrece una evaluación del
desempeño que dista mucho de la que presenta, por ejemplo,
la Comisión Spence para el Crecimiento y el Desarrollo.
Esta perspectiva revela que los avances en salud y
educación sí impulsan el desarrollo humano. De
hecho, siete países llegaron a los primeros 10 puestos
gracias a sus logros en dichos ámbitos y, en muchos casos,
en un contexto de crecimiento normal.

Pero no todos los países han progresado con igual
rapidez y la variabilidad es considerable. En los últimos
40 años, el IDH de una cuarta parte de las naciones en
desarrollo aumentó menos de 20% y, en otra cuarta parte,
más de 65%. En algunos casos, estas diferencias se deben a
que los países tienen distintos puntos de partida. Los
países menos desarrollados avanzan en general más
rápido en salud y educación que los más
desarrollados. No obstante, la mitad de la variabilidad en el
desempeño del IDH no se explica por el IDH inicial y
algunos países con puntos de partida similares evolucionan
de manera diferente. Esto sugiere que otros factores, como las
políticas vigentes, las instituciones nacionales y la
geografía, también juegan un papel
importante.

En términos de ingreso, el desempeño es
mucho más diverso. A diferencia de los indicadores de
salud y educación, y a pesar del progreso observado en los
indicadores agregados, los ingresos no tienden a converger. Esto
se debe a que, en los últimos 40 años, los
países ricos han crecido más rápido que los
más pobres. Así, la brecha entre países
desarrollados y en desarrollo se mantiene. Un pequeño
grupo de países se ubica en la cima de la
distribución mundial del ingreso y sólo un
puñado de países que eran pobres ha logrado entrar
en el grupo de los países ricos.

En resumen, los avances han sido significativos pero los
cambios de las últimas dos décadas no son del todo
positivos. Algunos países han retrocedido, especialmente
en salud, y han borrado en pocos años los logros obtenidos
tras décadas de esfuerzo. Por su parte, el crecimiento
económico es extremadamente desigual, tanto en los
países que crecen rápido como entre los grupos
sociales que se benefician de él. Asimismo, la brecha en
desarrollo humano, si bien ha disminuido, sigue siendo
enorme"…

En el Capítulo 4 del Informe sobre Desarrollo
Humano (Desigualdad), se destaca:

Las cosas buenas no siempre vienen juntas

"El desarrollo humano no puede sustentarse en la
explotación de algunos grupos por otros o en el mayor
acceso a los recursos y el poder por parte de algunos. El
desarrollo desigual no es desarrollo humano.

La equidad y el IDH están relacionados
sistemáticamente: los países que tienen buen IDH
suelen ser más equitativos. Este resultado coincide con
las investigaciones que indican cómo la reducción
de la desigualdad, tanto en la población en su conjunto
como entre géneros y otros grupos sociales, puede mejorar
los resultados generales en salud, educación y crecimiento
económico.

Al interior de los países, el aumento de la
desigualdad de ingreso es la norma: ahora hay más
países con un coeficiente de Gini alto que en la
década de 1980. Por cada país donde la desigualdad
ha disminuido en los últimos 20 a 30 años,
aumentó en más de dos.

Para la mayoría de los habitantes del mundo, los
componentes más importantes del ingreso son los salarios y
las ganancias. Los ingresos provenientes del capital, por el
contrario, a menudo se concentran entre los más ricos. La
participación relativa de los ingresos del trabajo y del
capital es un punto que atañe a cualquier análisis
sobre desigualdad. Las investigaciones llevadas a cabo para este
Informe arrojan una caída de la participación del
trabajo en 65 de 110 países (casi 60%) en las
últimas dos décadas, contrariamente a los supuestos
relativos a una participación del trabajo estable en el
tiempo. Algunos países de gran tamaño, en
particular Estados Unidos, la Federación de Rusia e India,
han registrado descensos considerables, de hasta 5 puntos
porcentuales entre 1990 y 2008, lo que impulsó una
caída de 2 puntos porcentuales en la participación
mundial promedio del trabajo.

Dichos descensos coinciden con la menor
sindicalización y la mayor apertura comercial y financiera
en buena parte de los países desarrollados desde 1970. En
algunos casos, la caída en la participación de
trabajadores sindicalizados frente al total ha sido considerable:
de 22% a 8% en Francia y de 63% a 35% en Austria.

Sin embargo, la participación de trabajadores
cubiertos por contratos colectivos es mucho más alta: 95%
en Francia y 80%-95% en casi toda Europa Occidental, excepto en
Alemania (63%) y el Reino Unido (35%).

La desigualdad también surge como fenómeno
relevante al examinar la justicia distributiva si se considera al
mundo como un todo, una postura tradicional de los Informes. Las
proyecciones mundiales de desigualdad de ingresos son, a la vez,
contradictorias y polémicas. Una estimación
demuestra un descenso considerable en la desigualdad en los
ingresos, ya que el coeficiente mundial de Gini pasa de 0,68 a
0,61 entre 1970 y 2006, impulsado principalmente por China. Pero
los cálculos aplicados a períodos distintos
muestran otras tendencias. Según un estudio, el
coeficiente mundial de Gini aumentó desde 1988 y
actualmente es de 0,71.

En los países desarrollados, las condiciones
desfavorables afectan a algunos grupos de inmigrantes, así
como a minorías específicas y a pueblos
indígenas. En la Unión Europea, los inmigrantes
representan cerca de un octavo de la población en edad
laboral y a menudo son contratados para trabajos de bajos
salarios que no aprovechan sus aptitudes. Pertenecer a la etnia
"equivocada" también puede socavar las perspectivas
laborales. Un estudio muestra que el 68% de los postulantes que
tenían nombres británicos tradicionales
obtenían una entrevista, frente a sólo 39% de los
que tenían nombres asociados a grupos étnicos
minoritarios. Algunas minorías tienen menos suerte que
otras: los afroamericanos en Estados Unidos viven 13 años
menos que los asiático-americanos; los nativos americanos
de Dakota del Sur tienen una esperanza de vida más corta
que la que tenía un ciudadano estadounidense promedio hace
más de 50 años…

En el contexto del desarrollo humano, la vulnerabilidad
se asocia con la posibilidad de deterioro del desarrollo humano.
Los países y los individuos son vulnerables en el sentido
que su desarrollo humano está amenazado por diversos
riesgos (crisis que afectan a la sociedad como un todo o a
determinadas personas).

La integración económica y social ha
aumentado la probabilidad de ocurrencia de crisis globales, pero
algunas conservan su carácter local.

La vulnerabilidad se relaciona estrechamente con la
sostenibilidad. La sostenibilidad implica que las mejoras en el
desarrollo humano puedan mantenerse en el tiempo. En 1987, la
Comisión Brundtland definió el desarrollo
sostenible como "el desarrollo que asegura las necesidades del
presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones
para afrontar sus propias necesidades". Cuando se comprometen las
necesidades venideras debido a la forma en que satisfacemos las
necesidades del presente, las próximas generaciones quedan
expuestas a perder, de manera posiblemente catastrófica,
los avances alcanzados en desarrollo humano.

La mayor parte de la población depende de su
trabajo para la propia subsistencia y la de su familia. Para
muchos, perder el empleo es por excelencia el suceso más
importante (además de la muerte) que puede reducir su
desarrollo humano. La situación laboral también
afecta la sensación subjetiva de bienestar de la
población. Cualquier análisis sobre la
vulnerabilidad debe, entonces, estudiar detenidamente la
inseguridad laboral y las fuentes de inestabilidad
económica, de particular importancia ahora que la
economía mundial lucha por salir de la recesión
más profunda que haya sufrido en decenios y enfrentar la
pérdida de millones de empleos.

El aumento brusco del desempleo normalmente obedece a
crisis macroeconómicas, ya sean financieras o cambiarias.
Tal es el caso de la crisis financiera mundial, que ha generado
un marcado incremento de los despidos y el desempleo, sobre todo
en países desarrollados y en Europa y Asia
Central.

La crisis financiera mundial se precipitó por el
estallido de la burbuja de precios del mercado inmobiliario y el
derrumbe bancario en Estados Unidos; ésta se
propagó rápidamente por el resto del mundo. Se
trata de la peor crisis financiera desde la Gran
Depresión, al menos en los países desarrollados, y
ciertamente no será la última.

El desempleo y la pobreza recrudecieron: 34 millones de
individuos perdieron su empleo y 64 millones más cayeron
bajo la línea de pobreza de US$ 1,25 diarios. Esto se suma
a los entre 160 millones y 200 millones que se convirtieron en
pobres a raíz del aumento del precio de los productos
básicos en años anteriores. En 2010, la tasa de
desempleo rondó la media de 9% en los países
desarrollados, alcanzó el 10% en Estados Unidos y se
empinó sobre el 20% en España.

La reactivación comenzó en 2009, pero no
está de ningún modo garantizada: el riesgo de
recesión doble persiste y la plena recuperación
podría tardar años.

Las consecuencias de las crisis pueden perdurar incluso
después de recuperar el crecimiento, ya que el mercado
laboral suele tener rezagos con respecto a la producción
cuando ocurre la recuperación. La OIT prevé que 43
millones de individuos que perdieron su empleo durante la crisis
financiera mundial hasta 2009 están en riesgo de pasar a
ser desempleados de largo plazo. Otros podrían
decepcionarse y abandonar completamente el mercado laboral. Puede
repetirse el fenómeno observado tras la crisis de Asia
Oriental de fines de la década de 1990, cuando los
índices de participación en la fuerza laboral nunca
se recuperaron.

Los grandes aumentos en los niveles de pobreza son
frecuentes en las crisis financieras. La que afectó a Asia
Oriental a fines de la década de 1990 dejó a 19
millones de indonesios y a 1,1 millones de tailandeses en la
pobreza. La crisis financiera de Argentina en 2001
incrementó los índices de pobreza nacional en 15
puntos porcentuales, mientras que la de 1998 en Ecuador
aumentó la pobreza en 13 puntos porcentuales.

El impacto de una crisis en los ingresos depende de la
existencia de planes adecuados de desempleo. La
preocupación por la seguridad laboral y la pérdida
de empleos ha llevado a la mayoría de los gobiernos a
abordar el problema, si bien la cobertura y los beneficios son a
menudo, parciales e insuficientes. Cuando no hay
protección social, quienes pierden el trabajo deben
transitar a la economía informal, donde los salarios son
más bajos y la vulnerabilidad es mayor.

Los efectos de las crisis en el desarrollo humano van
evidentemente más allá de los ingresos y pueden
tener mayor duración. Por ejemplo, las familias pobres
pueden decidir sacar a sus hijos de la escuela, en desmedro de
sus oportunidades futuras. Las crisis también aumentan la
mortalidad infantil y la desnutrición; el retraso del
crecimiento impone un alto costo cuyas consecuencias perduran en
el tiempo.

Otros efectos negativos incluyen el aumento del
número de niños de la calle y de las tasas de
suicidio y delincuencia, así como el recrudecimiento del
maltrato y la violencia doméstica, y también de las
tensiones étnicas. Datos recientes sugieren que el aumento
del desempleo durará más que la caída en la
producción.

Mientras millones han perdido su empleo, otros, como
algunos inversionistas, están protegidos por seguros a los
depósitos o se benefician con los rescates financieros.
Quienes ganan -en términos relativos y en ocasiones
absolutos- son generalmente los que tienen más bienes,
mejor información y mayor agilidad financiera y, por
supuesto, aquellos con influencia.

Al menos para los países desarrollados, fue la
peor crisis desde la Gran Depresión"…

Los anteriores, son algunos párrafos sueltos del
Informe sobre Desarrollo Humano 2010 (luego en el Anexo se
transcribe el Capítulo 4 completo), para que los lectores
con poco tiempo puedan descubrir la triste realidad que ciertos
números disimulan.

En una "economía onanística" el mundo
desarrollado ha sufrido un amplio proceso de "deflación
interna". La voracidad insaciable de los "amos del universo" ha
provocado una "era de austeridad asimétrica", donde no
todos los sueldos son una mierda y ciertas jubilaciones tampoco.
En consecuencia la mayoría de la población del
mundo desarrollado se ha transformado en los tontos del universo
para que los "elegidos" puedan continuar adorando al dios
Mammón.

En lo referente a los sueldos de los "elegidos", la "ley
de la gravedad de Wall Street" ha vuelto a imponerse con toda su
fuerza: lo que baja debe volver a subir.

"En 2010, la remuneración y beneficios
totales en los bancos y firmas de valores de Wall Street que
cotizan en bolsa batieron un récord de US$ 135.000
millones, según un análisis de The Wall Street
Journal. Esto representa un alza de 5,7% frente a los US$ 128.000
millones en remuneraciones y beneficios combinados de las mismas
compañías en 2009"…
Los sueldos en Wall
Street vuelven a la estratósfera (The Wall Street Journal
3/2/11)

El aumento fue alimentado por un repunte en los
ingresos, a medida que la crisis financiera queda en el olvido.
En 25 grandes firmas financieras que reportaron sus resultados
para todo el año, la facturación subió a US$
417.000 millones, una nueva marca, aunque el incremento de 1% del
año pasado fue apenas una fracción del salto en los
ingresos en la industria que se vio entre 2008 y 2009, conforme
la banca de inversión y el corretaje volvieron a la
vida.

"Las cosas están regresando a donde estaban
antes", dijo J. Robert Brown, un profesor de derecho de la
Universidad de Denver que estudia la remuneración y los
temas de gobierno corporativo.

Los ingresos son un factor clave en las decisiones de
remuneración: 25 empresas dedicaron en torno a un tercio
de sus ingresos totales a los salarios de sus empleados. Este
porcentaje, conocido como ratio salarial, escaló a 32,5%
el año pasado frente a 31,1% en 2009. El sueldo promedio
por empleado creció 3% a unos US$ 141.000, aunque esta
cifra varía ampliamente de compañía a
compañía.

"De momento, el mayor bonus de Wall Street ha ido a
parar a manos del director de mercados globales de Bank of
America Merrill Lynch, Thomas Montag, según consta en los
registros de la SEC, el regulador bursátil de Estados
Unidos. Y eso en el año en el que se ha batido el
récord en primas, según The Wall Street
Journal"…
Y el mayor bonus para un banquero de
inversión es para… (El Confidencial –
4/2/11)

A sus 54 años de edad ha recibido 15 millones de
dólares de bonus en 2010, de los cuales 14,3 millones son
en acciones y 900.000 dólares en activos especiales
convertibles en efectivo el año que viene. Además
tiene un salario base que ha pasado de los 50.000 dólares
a los 850.000 dólares. Montag ha obtenido más bonus
incluso que su jefe. El CEO de Bank of America, Brian Moynihan
tuvo un bonus de 9,05 millones de dólares, todo en
acciones restringidas, y no ha tenido ningún aumento de su
sueldo, en los 950.000 dólares.

Tampoco en "la City" las cosas han ido del todo mal (al
menos, para los que no practican "la contención" en la
paga de bonus).

"Los bancos del Reino Unido repartirán entre
sus directivos primas por un valor aproximado de 6.000 millones
de libras -unos 7.110 millones de euros- según el
periódico The Sunday Times. La medida contrasta con las
palabras del ministro de Economía, George Osborne, que
había reclamado contención en la paga de
bonus"…
La banca dará 7.100 millones en primas en
el Reino Unido (Cinco Días – 7/2/11)

Anexo V

Informe sobre
Desarrollo Humano 2010 – PNUD

Desigualdad (del Capítulo 4 – Las cosas buenas
no siempre vienen juntas)

El desarrollo humano no puede
sustentarse en la explotación de algunos grupos por otros
o en el mayor acceso a los recursos y el poder por parte de
algunos. El desarrollo desigual no es desarrollo
humano.

Desde sus inicios, los Informes sobre Desarrollo Humano
han tratado ampliamente los temas de la privación y la
desigualdad. Los primeros Informes ajustaban la dimensión
de los ingresos del IDH por la desigualdad. Los Informes de 1997
y 1998 incluyeron por primera vez los índices de pobreza
humana. El Informe de 2005 exploró las desigualdades en el
desarrollo humano. Muchos informes nacionales como los de la
Federación de Rusia (1998) y Mongolia (2007) analizaron
los temas de la pobreza y la desigualdad en el plano
local.

La equidad y el IDH están
relacionados sistemáticamente: los países que
tienen buen IDH suelen ser más equitativos. Este resultado
coincide con las investigaciones que indican cómo la
reducción de la desigualdad, tanto en la población
en su conjunto como entre géneros y otros grupos sociales,
puede mejorar los resultados generales en salud, educación
y crecimiento económico.

Sin embargo, sigue habiendo una variabilidad
considerable en la relación entre IDH y desigualdad, sobre
todo en países con niveles de IDH bajo y medio. Por
ejemplo, la desigualdad en Namibia es casi tres veces mayor que
en Kirguistán, aun cuando ambos países tienen un
IDH de 0,642. Además, la correlación de dos
variables en un momento dado no garantiza que los avances siempre
ocurran en conjunto. De hecho, los datos sobre la
dimensión de ingresos -pese a ser más incompletos
que los de las demás dimensiones- indican que las
desigualdades se han acentuado al interior de los
países.

Aumento de la desigualdad de ingresos

Debido a que los ingresos promedio pueden inducir a
errores, especialmente al haber un alto grado de desigualdad, la
Comisión Stiglitz-Sen-Fitoussi recomendó usar la
mediana como indicador de la situación del individuo
"típico".

En Estados Unidos, por ejemplo, la media de los ingresos
es casi un tercio más alta que la mediana. Esta brecha
sigue en aumento, situación que se debate tanto entre los
formuladores de políticas como en círculos
académicos.

Otros países desarrollados como Italia y Nueva
Zelandia tienen brechas similares. Esta diferencia suele ser
mayor en los países en desarrollo: más de 50% en
Côte d"Ivoire y 60% en Liberia y Zambia.

Sin embargo, la brecha entre la media y
la mediana de ingresos no es la mejor manera de medir la
desigualdad en el conjunto de la población, ya que no
muestra cómo se concentran los ingresos en distintos
puntos dentro de la distribución.

Por ello, el indicador más usado
es el coeficiente de Gini. Al interior de los países, el
aumento de la desigualdad de ingreso es la norma: ahora hay
más países con un coeficiente de Gini alto que en
la década de 1980. Por cada país donde la
desigualdad ha disminuido en los últimos 20 a 30
años, aumentó en más de dos.

El incremento de la desigualdad es más
pronunciado en países que pertenecieron a la ex
Unión Soviética, donde los coeficientes de Gini
siguen siendo relativamente bajos, debido a que comenzaron con
una baja desigualdad.

La transición minó las garantías
laborales y terminó con el extendido empleo estatal. Antes
de la caída del Muro de Berlín, nueve de cada 10
habitantes de los países socialistas eran empleados
estatales, en contraste con dos de cada 10 en las
economías de la Organización de Cooperación
y Desarrollo Económicos. Si bien la elite privilegiada (la
nomenklatura) a menudo alcanzaba mayor bienestar
económico, la diferencia en los ingresos era
pequeña.

La desigualdad en el ingreso también se ha
profundizado en la mayoría de los países de Asia
Oriental y el Pacífico con respecto a algunas
décadas atrás. Esto se explica en parte por la
creciente brecha entre zonas urbanas y rurales, producto del
rápido crecimiento industrial; aunque también han
contribuido el bajo ritmo de crecimiento de la agricultura y los
retornos crecientes a los mayores niveles de
escolaridad.

En las ex economías centralmente planificadas,
como China y Viet Nam, las tendencias también reflejan un
aumento, al comparar con los niveles observados durante la
planificación central. No obstante, Mongolia demuestra que
la transición hacia la economía de mercado no
siempre tiene que ir acompañada de mayor disparidad del
ingreso.

En términos generales, la desigualdad
aumentó en África Subsahariana durante la
difícil década de 1980, para luego disminuir
considerablemente a lo largo del período de crecimiento de
fines de la década de 1990 y los años 2000. En
América Latina y el Caribe, la elevada desigualdad
histórica ha estado vinculada a una desigual
distribución de la tierra y la educación, e
ingresos más altos para los trabajadores calificados,
altas tasas de fecundidad en los hogares más pobres y
gasto público regresivo.

Sin embargo, algunos países como Brasil, Ecuador
y Paraguay han comenzado a poner freno a la desigualdad con
buenos resultados. Desde fines de la década de 1990, las
políticas progresivas parecen haber generado un incremento
en los salarios de las personas de menor educación,
así como de las transferencias, mediante políticas
sociales focalizadas. En muchos países desarrollados, la
desigualdad en los ingresos antes de impuestos se ha visto
compensada por la redistribución estatal.

Para la mayoría de los habitantes
del mundo, los componentes más importantes del ingreso son
los salarios y las ganancias. Los ingresos provenientes del
capital, por el contrario, a menudo se concentran entre los
más ricos. La participación relativa de los
ingresos del trabajo y del capital es un punto que atañe a
cualquier análisis sobre desigualdad. Las investigaciones
llevadas a cabo para este Informe arrojan una caída de la
participación del trabajo en 65 de 110 países (casi
60%) en las últimas dos décadas, contrariamente a
los supuestos relativos a una participación del trabajo
estable en el tiempo. Algunos países de gran
tamaño, en particular Estados Unidos, la Federación
de Rusia e India, han registrado descensos considerables, de
hasta 5 puntos porcentuales entre 1990 y 2008, lo que
impulsó una caída de 2 puntos porcentuales en la
participación mundial promedio del trabajo.

Dichos descensos coinciden con la menor
sindicalización y la mayor apertura comercial y financiera
en buena parte de los países desarrollados desde 1970. En
algunos casos, la caída en la participación de
trabajadores sindicalizados frente al total ha sido considerable:
de 22% a 8% en Francia y de 63% a 35% en Austria.

Sin embargo, la participación de trabajadores
cubiertos por contratos colectivos es mucho más alta: 95%
en Francia y 80%–95% en casi toda Europa Occidental,
excepto en Alemania (63%) y el Reino Unido (35%).

La desigualdad también surge como
fenómeno relevante al examinar la justicia distributiva si
se considera al mundo como un todo, una postura tradicional de
los Informes. Las proyecciones mundiales de desigualdad de
ingresos son, a la vez, contradictorias y polémicas. Una
estimación demuestra un descenso considerable en la
desigualdad en los ingresos, ya que el coeficiente mundial de
Gini pasa de 0,68 a 0,61 entre 1970 y 2006, impulsado
principalmente por China. Pero los cálculos aplicados a
períodos distintos muestran otras tendencias. Según
un estudio, el coeficiente mundial de Gini aumentó desde
1988 y actualmente es de 0,71.

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